viernes, 8 de abril de 2016

Vas a ser mío

   
Os dejo el primer capítulo de María, espero que os guste, ya me contaréis.


1


Vas a ser mío. Se repitió dándose ánimos.
Por primera vez estaba nerviosa, a medida que se acercaba a su nuevo objetivo sentía cómo el estómago se le contraía. Jamás había dudado de su atractivo, pero algo en él, algo inexplicable la hacía flaquear.
No seas tonta, murmuró para sí misma, sin mucho resultado.
Él tenía que ser la solución, era perfecto, un espécimen digno de admirar y, además, estaba segura de que su cartera estaba bien llena. No le había visto jamás en el cutre edificio de habitaciones en el que su padre insistía en alojarla, y eso que conocía a todos los que allí vivían; algunos más íntimamente que a otros.
Unos pasos más y podría rozarle, de manera casual, un encontronazo al más puro estilo Hollywood y un flechazo. Noviazgo exprés y fin de la agonía. Casi podía saborear el éxito de su cruzada.
Pasó frente a él, le tocó sin disimulo y el tipo no levantó la cabeza del libro que estaba leyendo. Tenía dos opciones: pararse frente a él o seguir adelante como si no hubiese pasado nada.
Carraspeó negándose a perder tan rápido, pero él estaba absorto, inmerso en su mundo. Tosió de nuevo y el muy imbécil ni se dignó a mirarla. María estaba rabiosa, la indignación recorría su cuerpo sin piedad. Sentía a su espalda la sonrisa burlona de Itzel.
Enrojeció, ¿desde cuándo no se ponía roja?, ¿desde los tres años? Solo le faltaba darle un pisotón, por un momento consideró la posibilidad, pero perdería toda la clase y elegancia que se jactaba de tener.
Nathan estaba en su mundo, recorriendo la Tierra Media y disfrutando de los últimos minutos de libertad antes de iniciar el curso. Miró el reloj en una fracción de segundo: Lawrence se retrasaba, como siempre. Y Riley tampoco daba señales de vida.
Cerró el libro, no podía esperar más, tenía cosas que hacer antes de la presentación de las asignaturas de la tarde. Abrió el móvil, mandó un mensaje a cada uno de ellos y decidió marcharse.
El choque fue inevitable y María acabó en el suelo, despatarrada y tratando de buscar el lado bueno a la situación: estaba en su punto de mira. Él no había reparado en ella, y ella estaba absorta recreándose en la visión de aquel escultural cuerpo.
—Lo siento —dijo Nathan mientras la ayudaba a levantarse...

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